SOMOS IDEAS, SOMOS FUTURO, SOMOS RADICALES!!!
- Cristián Hidalgo Morales
- 28 ene 2019
- 23 Min. de lectura
NUEVAS IDEAS PARA UN NUEVO PARTIDO RADICAL.
Programa de Trabajo para el Consejo Región Metropolitana del PR 2018 - 2021.
“Ella está en el horizonte.
Yo me acerco dos pasos y ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.
¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve, para caminar.”
(Eduardo Galeano)
"La política no es el arte de establecer un sistema de
libre mercado; es el arte de satisfacer necesidades sociales…"
(Valentín Letelier)
Una Introducción Necesaria.
Nuestro Partido enfrenta una encrucijada histórica. Por primera vez en muchos años, confluyen y coinciden una serie de factores que atraviesan la coyuntura interna: somos oposición, frente a un gobierno de derecha dura, que se impuso en forma holgada frente a un candidato que – no obstante independiente – fue propuesto por el radicalismo, y en un contexto de ausencia de relato y de cohesión política dentro de las fuerzas opositoras; enfrentamos una Convención Nacional que ha de dirimir nuestro camino en los próximos lustros; y, asimismo, afrontamos un proceso electoral donde los falsos “consensos” internos han desaparecido, generando un escenario de real competencia entre – a lo menos – dos listas y, como resultado directo de ello, una tensión interna y un ambiente de fuerte discusión, marcado por las críticas a la gestión de las dirigencias, a nivel regional y nacional.
En ese contexto extraordinario, un grupo de militantes radicales, tanto antiguos como nuevos, que nos reconocimos fundamentalmente al calor del trabajo práctico en torno a la campaña presidencial de Alejandro Guillier y de los candidatos a parlamentarios y CORES de nuestro Partido; hemos asumido la responsabilidad de iniciar un proceso de renovación de los liderazgos a nivel Metropolitano, con miras a contribuir – a su vez – en el necesario proceso de fortalecimiento ideológico, político y orgánico del Partido, y – por qué no decirlo – en la igualmente necesaria renovación de cuadros dirigentes radicales a nivel nacional; misión que necesariamente demanda el unificarnos y cohesionarnos en torno a ideas y principios.
En tal sentido, asumimos primeramente que este es un proceso de largo aliento, razón por la cual las elecciones de Directiva Nacional y Regional del próximo 29 de julio de 2018 son sólo el comienzo de este camino, cuyo desarrollo es indudablemente duro, complejo y sinuoso, mas – y en ello estamos convencidos – su perspectiva es brillante.
De esta suerte, nos reconocemos, más que una simple “lista” electoral, como un equipo de trabajo e, incluso, como una Tendencia dentro del Partido; que se identifica y ordena en torno a ideas fuerza y principios que trascienden de un mero proceso electoral, y se proyectan más allá de este y de sus eventuales resultados. Pretendemos, entonces, iniciar aquí y ahora un proceso de trabajo que tiene como norte fundamental, el transformar al Partido Radical en una fuerza política activa y gravitante para el Chile del Siglo XXI, que sea capaz de liderar los cambios necesarios para llevar a nuestro país al pleno desarrollo, en un marco de equidad, inclusión, participación y justicia social.
Valoramos, reivindicamos y hacemos nuestra la extensa, única e inmarcesible historia del Partido Radical de Chile desde sus orígenes, resaltando el espíritu revolucionario de nuestros precursores y fundadores: Francisco Bilbao, Santiago Arcos, Pedro León Gallo, Pedro León Ugalde y Manuel Antonio Matta. Nos reclamamos de la gloriosa Convención de 1906, que pone al radicalismo chileno a la cabeza de la lucha por resolver la Cuestión Social en Chile, asumiendo una opción preferente por las clases laboriosas y más desposeídas. Rescatamos el espíritu profundamente reformador, modernizador y progresista de los Gobiernos Radicales, los que cimentaron sus Programas en un enfoque de Estado y de Sociedad de Derechos y con una visión de futuro, teniendo como centro la sempiterna figura del maestro Pedro Aguirre Cerda. Nos enorgullecemos e identificamos con los radicales que creyeron en una sociedad más justa en los turbulentos años ’60 y ’70 del siglo pasado y que, en la época más oscura de nuestra historia reciente, estuvieron dispuestos a darlo todo – incluso su vida – por recuperar la democracia. Y, ciertamente, valoramos profundamente el aporte de líderes históricos de nuestra colectividad en el proceso que paulatinamente restableció el orden republicano y democrático a partir de 1990, y que hoy nos permite estar aquí, mirando hacia adelante, siempre con la frente en alto.
Sin embargo, somos igualmente conscientes que ningún partido político, por muy poderoso e influyente que haya llegado a ser, puede vivir eternamente de las glorias pasadas. El Chile del Siglo XXI es muy diferente al de los siglos XIX (donde nace el Partido Radical) y XX (donde éste alcanza su máximo esplendor). Asimismo, el Chile de hoy es muy diferente al que vivió los turbulentos años ’60, donde la derechización lleva al declive y a la división del radicalismo; y es también diferente al que enfrentó la dictadura, en que los verdaderos radicales hicieron ingentes sacrificios por recuperar la democracia; y al de las primeras dos décadas de Transición Democrática, donde los radicales se reunifican y adquieren protagonismo (para bien o para mal) en los Gobiernos de Transición. Por ende, esa evolución social repercute, necesariamente, en la forma cómo se relacionan los ciudadanos con los partidos políticos, e igualmente en cómo éstos influyen en aquéllos. Al final del día, el problema de la política es el problema del poder, y los partidos son los instrumentos con que la ciudadanía, el pueblo, accede al mismo. El tema radica entonces, en primer término, en el objetivo que persigue la lucha por el poder; y, consecuentemente, en los medios o métodos a través de los cuales se accede a éste. De esta suerte, el problema del instrumento deviene central, y las formas (o estructuras) y los estilos de liderazgo y de trabajo también pasan a ser una cuestión “de fondo”, tan relevante como la concepción político-ideológica y el programa. Este axioma es tan válido a nivel nacional, como a nivel regional y local.
Hoy día asistimos a un fenómeno de transformaciones profundas en nuestra sociedad: los valores han cambiado, y conceptos o fenómenos que hace menos de dos o tres décadas creíamos y veíamos como “sagrados e inmutables”, han mutado de modo dramático. Así las cosas, la ciudadanía hoy se encuentra empoderada; va derribando mitos y barreras de forma potente; desafía valores otrora establecidos; y comunica sus ideas masivamente y en tiempo real, siendo capaz – incluso – de generar coyunturas a partir de un simple “click” en un teléfono. Esa es la generación que participó las últimas elecciones presidenciales y parlamentarias, la misma que a pesar de lo que creíamos, dio el triunfo a una derecha recalcitrante y anacrónica; muy probablemente, más como un castigo a nuestra arrogancia, inercia y estancamiento, que porque apoyaran el fatuo proyecto encarnado por los conservadores. Ese es el Chile de hoy, y claramente el PR demostró no estar lo suficientemente preparado para interpretarlo; ni ideológica, ni política, ni orgánicamente hablando.
En este contexto, ante una ciudadanía crítica, empoderada y altamente exigente hacia quienes se pretenden sus representantes, resulta vital el contacto directo, inmediato y cotidiano entre el Partido y dicha ciudadanía, contacto que principalmente se desarrolla en el ámbito territorial, donde la base del radicalismo se confunde necesariamente con la masa. Sin pretender sobredimensionar ni hacer un panegírico de las prácticas de corrientes políticas emergentes, lo cierto es que las mismas obtuvieron – no obstante su “corta edad” – relativo éxito en los comicios pasados, precisamente porque fueron capaces de vincularse directamente con la gente y, en consecuencia, pudieron convocarla a las urnas; tarea extremadamente difícil cuando se combina una institucionalidad que hace que el voto sea voluntario, con un ciudadano escéptico y con escasa formación y espíritu cívico y, todo ello, en el marco de un descrédito creciente de la política tradicional. Quienquiera pretenda hacer política “en serio” en estos días, debe ser capaz de sacar lecciones de dicho proceso.
De esta suerte, una relación directa, constante, proactiva, participativa e integradora de las estructuras, cuadros y militantes radicales con la ciudadanía no militante, parece ser más eficaz para conquistar a un electorado escurridizo; que los viejos discursos y métodos. No es desde estructuras burocráticas, academias o “torres de marfil”, como se llega a la gente cuya conciencia queremos desarrollar; como tampoco lo es multiplicando facciones o “lotes” unidos las más de las veces por intereses personales, que por ideas y principios, que parecieran estar derechamente ausentes en algunas de las listas que hoy compiten; ni menos aún, enquistándose en el aparato estatal bajo una lógica clientelista y parasitaria; situación esta última que importa arrastrar al Partido hacia un vaciamiento ideológico y programático, pues las ideas resultan siempre molestas y embarazosas, para quienes “construyen” orgánica desde una lógica mercenaria. Por el contrario, la verdadera política radical debe construirse “con los pies en el barro”, en la calle, de cara a la gente y con el mismo espíritu revolucionario que guió a los fundadores y grandes líderes de nuestro Partido en todo tiempo; que no es distinto del ímpetu de los movimientos sociales que ayer y hoy, desafían el orden establecido y son capaces de poner en la palestra pública, antiguas y nuevas aspiraciones de nuestro pueblo. No olvidemos nunca que nuestro Partido nace y se desarrolla, precisamente, en el fragor de las más importantes luchas sociales de Chile, a lo largo de dos siglos.
Todo lo anterior importa necesariamente fortalecer al Partido en sus estructuras intermedias y de base; siendo esencial al efecto el rol que puedan jugar los Consejos Regionales, que por mandato estatutario están llamados a velar porque la orgánica del Partido funcione en forma democrática, estable, regular y transparente. Un partido político no existe sin sus bases; del mismo modo que las bases por sí solas, carentes de línea, orientación y dirección, no pasan de ser clubes o grupos de amigos o, peor aún, feudos tomados y manejados a su amaño por caudillos de ocasión.
De allí que quienes nos convocamos en torno a esta naciente Tendencia, consideramos de la mayor importancia disputar la dirección del Consejo Regional Metropolitano del PR, en tanto instrumento fundamental para reconstituir al Partido desde sus bases; para garantizar los derechos de la militancia santiaguina frente a la Dirección Partidaria; para trabajar en la generación de nuevos cuadros radicales; para articular, unificar y dirigir las acciones políticas, sociales y electorales del PR en la Región Metropolitana, una Región compleja no sólo porque es la más poblada de nuestro país, sino por el conjunto de realidades distintas – y a ratos, que contrastan en forma bestial, particularmente en lo que respecta a las diferencias sociales, que en Santiago se evidencian más brutalmente que en ningún otro lugar de Chile – y por la compleja estructura urbana, que ha evolucionado en forma vertiginosa en las últimas décadas; y para incidir de modo permanente, protagónico y determinante, desde nuestra Región, en las políticas nacionales del radicalismo, en el periodo que comienza.
Y consideramos esencial que esta disputa se centre en ideas, principios y propuestas concretas; más que en descalificaciones personales, en diagnósticos superficiales, en meras y redundantes constataciones o en críticas vacías y, no pocas veces, destructivas. Es cierto que hoy nuestro Partido atraviesa por un momento crítico, no muy distinto del que atraviesan las restantes fuerzas de izquierda y progresistas; sin embargo, tenemos un patrimonio histórico, una riqueza doctrinaria y una convicción que nos hace distintos a las restantes orgánicas políticas y que, a nuestro juicio, nos permite avizorar hoy una perspectiva brillante a partir de una crisis que, más que terminal, en nuestro caso debe ser germinal. Todo pasa por centrar el debate actual en el radicalismo en lo esencial: nuestra Línea Política General; y este es un debate que no debe ser exclusivo de las cúpulas, sino que debe involucrar a toda la militancia. Las grandes definiciones no caen del cielo ni son obra extraordinaria de “salvadores” autoproclamados, intelectuales de ocasión o “genios” individualistas; sino el fruto de un trabajo colectivo, basado en criterios racionales y principios acerados en la práctica. En definitiva, el que la Línea Política sea la correcta, lo define todo: si no tenemos orgánica, la reconstituiremos; si no tenemos cuadros ni líderes, los formaremos; si no tenemos recursos, los obtendremos; si no tenemos cargos de elección popular, los conseguiremos; y si no tenemos el poder, lo conquistaremos. Si, en cambio, nuestra línea es incorrecta, podemos tener orgánica, cuadros, recursos, cargos electivos e incluso el poder; pero más temprano que tarde, los perderemos. Esta debe ser la carta de navegación para el Radicalismo del Siglo XXI, y eso es lo que este colectivo de militantes propone hoy a los radicales de la Región y de Chile; ello en el entendido que las próximas elecciones son un hito fundacional: no son el final, sino sólo el comienzo del camino destinado a devolver al Partido Radical de Chile a su cauce y a su grandeza histórica.
Este es el camino y el desafío que hemos decidido recorrer quienes nos reconocemos como Tendencia; un camino que para muchos puede parecer utópico e ilusorio, habida cuenta que las malas prácticas han campeado en el pasado, y han venido a minar gravemente la confianza, la mística y la esperanza de la militancia. Sin embargo, nosotros no tenemos miedo a soñar, ni tememos que se nos tilde de utópicos o doctrinarios; pues precisamente los grandes proyectos se cimentan en sueños, y quienes fundaron e hicieron grande el PR fueron, ante todo, unos honestos y preclaros soñadores. Nuestro pueblo sueña con una vida mejor, con una sociedad más justa; y nosotros tenemos el derecho de soñar con edificar el instrumento que sirva a ese pueblo, para cumplir con sus sueños. Invitamos a todos/as los/as radicales, en forma leal, sincera y enérgica, a sumarse a este sueño.
Cuatro Dimensiones de Trabajo.
La derrota en las anteriores elecciones, con su inevitable carga de críticas a la dirección partidaria ya la forma de hacer política, debate catalizado – a no dudarlo – por la coyuntura electoral interna; han llevado a la militancia a replantearse qué quiere y espera del Partido. En este escenario, han surgido diversas iniciativas autoconvocadas por la militancia de base en el presente año, donde se ha debatido abiertamente y sin complejos acerca del PR que queremos: el 13 de enero en Santiago centro; el 3 de marzo en Ñuñoa; y el 12 de mayo en La Serena, por nombrar los más importantes. Y en todos ellos, ha sido posible constatar y develar un sinnúmero de falencias, necesidades y desafíos, que deben ser necesariamente tenidos en cuenta por quienes aspiran en forma seria, honesta, leal y consecuente, a dirigir nuestro Partido.
Quienes nos hemos agrupado en esta Tendencia, hemos recogido los valiosos insumos que se han generado tanto en dichos eventos (los dos primeros hasta ahora, lamentablemente, no se han plasmado por escrito), como en incontables diálogos con militantes, casi a diario. Y nos reunimos por primera vez el pasado 5 de mayo, a fin de conocernos y comenzar a sistematizar nuestras ideas. Posteriormente hemos continuado con ese trabajo de sistematización, buscando transformarlo en un Programa que debe ser ofrecido a la militancia en el marco de las próximas elecciones internas.
En este proceso, hemos concluido que el conjunto de ideas que conforman nuestra propuesta, se agrupa en cuatro dimensiones: Ideológica, Orgánica, Político-Social y Electoral. Y en cada una de ellas, a partir de un diagnóstico y el señalamiento de ciertos principios rectores, se desarrollan propuestas concretas que buscan dar respuesta a lo que nuestros correligionarios exigen, esperan y demandan. Eso es lo que a continuación exponemos:
1. Dimensión Ideológica.
Diagnóstico:
Constatamos que nuestro Partido atraviesa por una crisis de ideas, derivada del progresivo vaciamiento ideológico generado – fundamentalmente – por años de participación y dependencia del aparato público; lo que nos llevó a desperfilarnos como fuerza política real, para transformarnos en un actor electorero secundario y, principalmente, en una suerte de “bolsa de trabajo” para militantes.
En este contexto, hemos sido permeados por las ideas y los antivalores del modelo neoliberal; particularmente, el individualismo, la competencia malsana, la avaricia, el conflicto de interés entre la política y los negocios, y las prácticas patronales.
Ello no sólo nos ha llevado a ser obsecuentes frente a políticas que, en todo ámbito, resulta lesivas para los sectores más desposeídos de la población; sino que, peor aún, reproducimos internamente, las praxis funestas de quienes administran el modelo, generando espacios de micro-opresión en el propio Partido. Lo anterior se ve agravado porque, ante la ausencia de ideología, los “lotes” se articulan en razón de su capacidad para dar (y quitar) puestos de trabajo a correligionarios, en la medida que estos adhieran a tales facciones, exigiéndoles asimismo, un “diezmo” a cambio de mantenerse en sus puestos. Esta aberrante forma de explotación y de chantaje laboral, evidencia cuan hondo han calado las perversas ideas neoliberales en nuestra colectividad.
Asimismo, y no obstante ser el PR históricamente un partido laico, republicano, tolerante y de vanguardia en la lucha de las libertades individuales; observamos con preocupación hoy, que en nuestra colectividad proliferan posiciones, expresiones e – incluso – acciones inspiradas en ideas ajenas e incluso hostiles a la naturaleza misma del radicalismo: con indignación vemos como campean en ciertos sectores, posturas que concilian e incluso avalan la misoginia, la homofobia, el racismo y la xenofobia. E igualmente, vemos con preocupación cómo algunos aprovechan el espacio de natural diversidad y tolerancia de nuestra colectividad, para introducir de contrabando concepciones conservadoras e intolerantes, generalmente basadas en visiones religiosas de carácter fundamentalista.
Todo ello nos lleva, primera y necesariamente, a definirnos ideológicamente, de modo de dar respuesta a estos desafíos y a enfrentar a quienes pretenden seguir vaciando al radicalismo de su esencia y de sus valores.
Ideas Fuerza:
Nuestra tendencia se define de Izquierda, en el entendido que representa a los sectores más progresistas y avanzados del radicalismo, en contraposición a quienes sostienen posturas conservadoras, sectarias e intolerantes.
Somos de Izquierda porque encarnamos la rebeldía y porque nos rebelamos contra la injusticia allí donde esta se presente, incluso entre nuestras filas.
Somos de Izquierda porque reivindicamos la visión histórica del radicalismo, que en esencia es absolutamente incompatible y hostil con el neoliberalismo, tanto en su teoría como en su práctica.
Somos asimismo de Izquierda, porque reafirmamos – dentro de un marco de necesaria tolerancia – el carácter democrático, republicano y laico del Partido; y, por ende, nos oponemos a que el mismo sea contaminado con doctrinas y visiones ajenas a la naturaleza racional, científica y evolutiva de nuestro Pensamiento.
Somos de Izquierda, porque estamos del lado de los oprimidos; no sólo frente a la sociedad, sino también dentro de nuestra propia organización. Somos intransigentes ante cualquier forma de discriminación, opresión o abuso dentro de las filas del radicalismo.
Consecuentemente, somos de Izquierda porque nos oponemos tenazmente a toda forma de violencia, maltrato o abuso contra nuestras correligionarias; así como a toda forma de discriminación u opresión interna, basada en criterios de condición social, nivel educacional, opción sexual, raza o nacionalidad. Reivindicamos el derecho de la mujer radical a participar en forma paritaria en el Partido, a todo nivel; reivindicamos el derecho de todo radical, desde el más humilde obrero hasta el más erudito profesional, a ser protagonista activo del PR; e igualmente reivindicamos el derecho de las minorías sexuales, de los migrantes y de los pueblos originarios, de ser partes integrantes de nuestra colectividad.
Cabe señalar que esta definición esencial de nuestro carácter y posición dentro del Partido, en caso alguno se contrapone con la posición histórica del PR, en tanto partido de centro izquierda, amplio, democrático y tolerante. Y aclaramos que, en caso alguno, pretendemos ni requerimos pedir prestadas etiquetas o ideas de otras corrientes o colectividades existentes. Reivindicamos la Identidad Radical y, por lo mismo, desde nuestra posición como Izquierda Partidaria, precisamente bregamos por defender al radicalismo de todas aquellas influencias externas que pretenden diluir nuestra identidad en concepciones obsoletas provenientes de vertientes ajenas (orgánica e históricamente hablando) al PR y que, desde esa óptica, pretenden, abierta o veladamente, disolver el Partido en supuestas “federaciones” manejadas por oportunistas y neoliberales encubiertos de “progresistas”.
Propuestas Concretas:
a) Impulsaremos un proceso de discusión a todo nivel, desde el regional hasta el comunal, pasando por el distrital; a fin de avanzar en mayores definiciones en torno a nuestra concepción político-ideológica;
b) Desarrollaremos un proceso de debate amplio y participativo, desde las bases, con miras a la Convención Nacional de octubre próximo;
c) Trabajaremos en la redacción de un Código de Ética de aplicación regional, distrital y comunal; que prevenga y condene las malas prácticas y toda forma de discriminación, explotación o abuso dentro de las estructuras partidarias;
d) Capacitaremos a nuestra militancia en temáticas de género, inclusión, respeto y tolerancia, con miras a prevenir y erradicar progresivamente las diversas formas de abuso, discriminación y maltrato en nuestras filas, contribuyendo a masificar una “cultura anti abuso y opresión” en el PR;
e) Garantizaremos la participación paritaria de la mujer radical en las estructuras regional, distritales y comunales;
f) Desarrollaremos una política inclusiva a nivel regional, distrital y comunal, incentivando la participación e incorporación de la comunidad LGTBI, migrantes y pueblos originarios en el Partido;
g) Impulsaremos la creación de un Observatorio Republicano de Políticas Públicas, y fortaleceremos el rol fiscalizador de las AR a nivel comunal; y
h) Fomentaremos que el debate y la formación ideológica sean una práctica permanente y cotidiana en las Asambleas Radicales.
2. Dimensión Orgánica.
Diagnóstico:
Probablemente uno de los temas más debatidos hoy por hoy en nuestras filas, a todo nivel, es el desorden orgánico; evidenciado principalmente en la inexistencia o desaparición de muchas Asambleas Radicales (en la Región Metropolitana existen y funcionan regularmente hoy, dependiendo del diagnóstico, entre 6 y 12 asambleas, de un total de 52 que debiesen existir); la inexistencia de los Consejos Distritales (no obstante estar contemplados en nuestros Estatutos); e, incluso, que los propios Consejos Regionales llevan varios meses (en el caso de la RM, más de 8) sin tener un funcionamiento regular; ello con el consiguiente perjuicio para el trabajo político, social y electoral que debe desenvolver el radicalismo.
Asimismo, se constata una desconexión e incomunicación entre las instancias dirigentes, los cuerpos intermedios (regionales) y las bases; lo que trae aparejado la falta de recursos, insumos políticos y orientaciones para desarrollar el trabajo político en los territorios.
Lo anterior, necesariamente, implica una ausencia de trabajo en terreno; un divorcio entre las estructuras de base, por un lado, y la JR y Frentes del Partido (que, a su turno, igualmente funcionan en forma irregular o, derechamente, no funcionan); y, a la postre, un alejamiento entre el Partido y la ciudadanía.
A mayor abundamiento, la falta de comunicación y de contacto entre dirigentes y bases, supone la pérdida de la transparencia necesaria; ignorando los militantes, muchas veces, cómo se adoptan las decisiones o cómo se invierten los recursos del Partido; lo que genera desánimo, desconfianza y permanentes conflictos internos.Ello lleva a los militantes a exigir mayor participación, transparencia y claridad respecto de un modelo de acción; así como una mayor cercanía entre dirigentes y militantes, principalmente aquellos que atraviesan por dificultades.
Por otro lado, se constata un amplio desconocimiento de la militancia respecto del contenido de los Estatutos del Partido y, consecuentemente, de sus derechos y obligaciones como tales. Existe una visión extendida respecto de la necesidad de reformar los Estatutos, que no se condice con el desconocimiento de los mismos.
Ideas Fuerza:
Propugnamos una política de cara a la militancia y que ponga al militante radical en el centro de nuestra colectividad.
Nos comprometemos a hacer valer los Estatutos del Partido, bregando porque los militantes y los dirigentes (y, muy especialmente, quienes tienen cargos de Dirección Regional) cumplan cabalmente con sus tareas. Creemos en la disciplina y en la responsabilidad, como pilares de nuestro trabajo. Ello sin perjuicio de aportar en reformas que mejoren nuestra institucionalidad partidaria.
Creemos y nos comprometemos con una forma de trabajo participativa, democrática y transparente; poniendo énfasis en la probidad y la comunicación.
Propugnamos un Partido fraterno, más allá del lugar común: un Partido que se preocupe y sea cercano a sus militantes. Todos los radicales somos iguales, ello con completa independencia de los cargos o las labores que algunos desarrollen.
Propuestas Concretas:
a) El Comité Regional funcionará en forma itinerante, reuniéndose – a lo menos – una vez al año en cada uno de los Distritos metropolitanos;
b) Asimismo, a cada Consejero se le asignará un seguimiento de un número determinado de Asambleas Comunales, debiendo rendir informe al Regional de su gestión;
c) En una primera etapa, llevaremos a cabo un levantamiento de la situación de las Asambleas Comunales, centrando en un catastro de cuáles efectivamente funcionan y de las condiciones objetivas bajo las que deberán desarrollar su labor. Sobre esa base, trabajaremos para reconstituir las allí donde no existen; y fortalecer las existentes, siendo flexibles en las formas de construcción, pues debemos privilegiar ante todo, organizar a la militancia dispersa;
d) Impulsaremos la reconstitución de los Comités Distritales, en toda la Región; bregando por su funcionamiento estable y permanente;
e) Como meta de nuestra gestión, debiesen constituirse los Consejos Distritales en toda la Región y, a lo menos el 50% de las comunas de la RM debiese tener una AR (u otro órgano análogo) funcionando en forma continua, estable, activa y permanente y con inserción en la comunidad;
f) Lucharemos porque exista – a lo menos – una sede en cada Distrito, para que los militantes de base radicales se reúnan y desarrollen sus actividades;
g) Estudiaremos la posibilidad de levantar un centro de estudios o “thinktank” radical en la región;
h) Trabajaremos un ambicioso proyecto de comunicación partidaria, tanto en el ámbito interno, como en la difusión hacia la ciudadanía, utilizando para ello todos los medios que estén a nuestro alcance: redes sociales, propaganda callejera, publicaciones e, incluso, radiodifusión. Asimismo, elaboraremos en forma periódica encuestas digitales, para ir conociendo el sentir de la militancia y de la ciudadanía, respecto de diferentes temas de interés para el Partido;
i) A partir del Código de Ética, proponemos la elaboración de un Reglamento Interno del Militante, aplicable en el ámbito comunal, distrital y regional; cuyo objetivo fundamental será establecer cánones mínimos de disciplina y compromiso de los militantes y dirigentes de base; así como prevenir, tipificar, investigar y sancionar toda forma de abuso, acoso, maltrato, explotación y/o discriminación respecto de cualquier militante y de generar mecanismos de contención respecto de los militantes víctimas de estas situaciones;
j) Garantizaremos un correcto, eficaz, transparente y probo funcionamiento del Tribunal Regional y de la Junta Electoral Regional;
k) Rendiremos cuenta anualmente ante las bases, en asamblea pública, de nuestra gestión política, financiera y orgánica como Consejo Regional; e impondremos que, semestralmente, se rinda cuenta a nivel comunal y distrital;
l) Trabajaremos para que, tanto a nivel regional, como distrital y comunal, el Partido y la Juventud sean uno solo a la hora de la acción política;
m) Desplegaremos todas las acciones tendientes a que los miembros de la JR, muy especialmente aquellos que evidencien particulares dotes de liderazgo o muestren particulares capacidades en determinadas áreas; sean promovidos en forma expedita al Partido “adulto” y – asimismo – puedan eventualmente optar – en igualdad de condiciones – a candidaturas en cargos de elección popular, si poseen las condiciones para ello; todo ello, por cierto, sin óbice de su edad;
n) Propondremos a la Juventud una política de voluntariado, desarrollando acciones e intervenciones en zonas vulnerables, tanto periódicamente como frente contingencias graves o catastróficas; contribuyendo con ello no sólo a nuestra relación con la comunidad sino, y esto es lo más importante, con la formación política y valórica de las nuevas generaciones radicales;
o) Impulsaremos la alfabetización digital de aquellos militantes que tienen dificultades para usar las nuevas tecnologías; y
p) Avanzaremos hacia una política teórico-práctica de formación de cuadros, a nivel regional, con énfasis en los nuevos militantes.
3. Dimensión Político-Social.
Diagnóstico:
Tal y como quedó en evidencia tras las pasadas elecciones, nuestro Partido – al igual que gran parte de las fuerzas progresistas – evidencia un profundo alejamiento de las masas, lo que provoca un divorcio entre la política y la ciudadanía y, como resultado directo e inevitable de ello, una baja adhesión electoral.
El hecho que el PR haya sido los últimos años, preferentemente, un “partido de gobierno”, ha generado que muchos cuadros y militantes se ubiquen en el aparato del Estado, alejándose de sus espacios naturales; principalmente a nivel territorial. De esta suerte, el ciudadano “de a pie” nos ve como un grupo de burócratas que se enquistan en el servicio público, acomodándose y olvidándose de la realidad y de las necesidades del pueblo.
Por lo mismo, los militantes radicales que participan en movilizaciones sociales son los menos; con la sola excepción de los jóvenes estudiantes y algunos dirigentes de asociaciones gremiales y sindicatos. Hemos estado ausentes en la discusión de sentidas demandas populares y ciudadanas, desde el Movimiento contra las AFP; pasando por las reformas laborales o demandas ambientales; hasta las reivindicaciones de género, minorías sexuales, pueblos originarios y/o migrantes. Lo anterior se ve agravado por la actuación generalmente errática y – a ratos – derechamente inorgánica de nuestros parlamentarios, que en ocasiones parecen no estar en sintonía con las demandas sociales; lo que – indudablemente – nos distancia de “la gente” a la que aspiramos a representar y con la que – según nuestro eslogan – pretendemos “gobernar”.
Ideas Fuerza:
Nuestra Tendencia parte de la premisa que el objetivo de todo radical honesto y consecuente, debe ser “servir al pueblo de todo corazón”. En consecuencia, todo nuestro discurso y nuestro accionar práctico, debe apuntar en esa dirección.
Por lo mismo, consideramos que buena parte de nuestra práctica política, especialmente a nivel territorial (comunal y distrital), debe concentrarse en iniciativas que nos permitan relacionarnos directamente con la ciudadanía y con las organizaciones sociales, con “lo hondo y profundo del pueblo”; ello en un proceso dialéctico donde – por una parte – las AR llevan la doctrina, discurso y propuestas del PR a las masas y, de vuelta, recogen de las mismas sus críticas, sus aspiraciones y sus necesidades. Creemos que ésta es la forma correcta de construir radicalismo y de crecer como colectividad.
Propuestas Concretas:
a) Bregaremos porque las instancias del Partido (Regional, Distritales y Comunales; así como la Juventud y los Frentes) interaccionen activamente con la ciudadanía, haciéndose parte de las demandas ciudadanas y jugando un rol activo, constante y propositivo en las movilizaciones sociales. El Partido Radical debe salir a la calle;
b) Trabajaremos codo a codo con la comunidad a nivel territorial, impulsando a partir de las AR en las comunas o desde los Consejos Distritales, una política de asesoría comunitaria y formación ciudadana; poniendo énfasis en el empoderamiento del vecino para hacer valer sus derechos;
c) En este sentido, desplegaremos diversas acciones e iniciativas (como plazas ciudadanas, reuniones con JJVV, elaboración de folletos de educación popular, talleres de liderazgo, etc.) que sirvan para tal propósito;
d) Por otro lado, proponemos levantar una Escuela Sindical Metropolitana, que nos permita contribuir al fortalecimiento del movimiento obrero y, al mismo tiempo, sumar un mayor número de dirigentes sindicales a nuestras filas;
e) En esa misma línea, trabajaremos por materializar un Taller de Elaboración de Proyectos, apuntado a dirigentes vecinales, deportivos, de centros culturales, orquestas juveniles, talleres de teatro, agrupaciones de divulgación científica o cualesquiera otros grupos o iniciativas ciudadanas, que requieran asesoría para desarrollar proyectos autogestionados;
f) Propondremos que nuestros militantes más preparados, efectúen charlas periódicas a la comunidad, en nuestras sedes, sobre diversas materias de interés comunitario;
g) Desarrollaremos una política activa de interacción con nuestros Concejales en ejercicio, así como con los COSOC, Asociaciones de JJVV y demás organismos representativos de la comunidad; y
h) Desarrollaremos una potente política de propaganda y despliegue en los territorios, mediante diversos medios (materiales y digitales) y desarrollando actividades públicas relacionadas con hitos del Partido.
4. Dimensión Electoral.
Diagnóstico:
Prácticamente ningún radical honesto discute hoy, que los resultados obtenidos por el PR en las pasadas elecciones parlamentarias y de CORE, fueron magros.
Particularmente en la RM, donde únicamente se eligió un diputado que no es (y probablemente, jamás será) militante radical; y los resultados a nivel parlamentario y de CORE fueron (salvo en Santiago 6), francamente humillantes.
Todo lo anterior se vio agravado – una vez más – por el pérfido accionar de los “lotes” quienes, prescindiendo de todo compromiso partidario, ejecutaron en algunos casos acciones tendientes a boicotear campañas de candidatos de nuestras filas; o propiciaron alianzas espurias, a espaldas del Partido.
Como ya se expuso latamente, esta situación no es accidental, sino que obedece al progresivo divorcio entre el PR y la ciudadanía. Y si tal proceso había podido ser en parte revertido en las elecciones de concejales en 2016; las malas decisiones (y, en algunos casos, irregularidades) adoptadas tanto en la selección de los candidatos, como en las políticas de alianzas electorales y en la asignación de recursos materiales y humanos para las campañas, nos hicieron retroceder nuevamente.
Por ende, las bases radicales están contestes en la necesidad de una nueva forma de enfocar el proceso electoral, de modo que podamos revertir los desastrosos resultados obtenidos el año pasado.
Ideas Fuerza:
En tal sentido, en lo que respecta a la RM, el trabajo electoral debe ser visto como un resultante del trabajo social (y no al revés); y debe ser enfocado en forma global y centralizada, sin perder de vista – eso sí – las particularidades a nivel de cada comuna y distrito.
Vale decir, los procesos de elección de Gobernador, Consejeros Regionales, Alcaldes y Concejales en 2020; y de Presidente, Senadores y Diputados en 2021; deben ser vistos como una unidad y continuidad, en cuatro dimensiones: unidad del proceso de las elecciones de 2020, articulando el trabajo en torno a la figura de los candidatos a CORE en los distritos y, en torno a ella, la de los candidatos a alcaldes y concejales en cada una de las comunas; unidad de todos los procesos electorales de 2020 en la Región; continuidad del proceso electoral de 2020 con el de 2021; y unidad de las candidaturas a diputados en los distritos, con las senatoriales en la circunscripción; y de éstas con la presidencial. Ello nos permitirá optimizar recursos y medios materiales y humanos, y mostrarnos como una propuesta común y de equipo ante el electorado, más que como candidaturas aisladas. Naturalmente, esto último no obsta que cada candidato tenga sus particularidades, posea sus medios y equipos de trabajo, y desarrolle estrategias de despliegue propias.
De esta suerte, como Tendencia creemos que un nuevo enfoque en nuestra política electoral, nos permitirá recuperar el terreno perdido, en la medida que entendamos que los procesos electorales no pueden disociarse del trabajo político cotidiano, especialmente a nivel territorial.
Por otro lado, debemos desarrollar una política de alianzas electorales que, sin renunciar a nuestros principios, valores y tradiciones, nos garantice resultados efectivos en los procesos electorales que hemos de enfrentar.
Por fin, debemos trabajar activamente para que la militancia se comprometa y trabaje por las candidaturas radicales; pero para ello, debemos ser capaces de involucrar, motivar y convocar a los correligionarios en tal sentido.
Propuestas Concretas:
a) Como Regional Metropolitano, diseñaremos una estrategia electoral que vea los procesos electorales de 2020 y 2021, como una unidad estratégica; trabajando para obtener los resultados más óptimos posibles, de acuerdo con nuestras reales capacidades;
b) Asimismo, desarrollaremos una política de potenciamiento de liderazgos locales en los próximos tres años, de modo de poseer en los territorios, candidatos conocidos y legitimados, que realmente convoquen al electorado;
c) Desarrollaremos en este periodo una Escuela de Formación de Líderes, para fortalecer a nuestros potenciales liderazgos, tanto internos como aquellos que potencialmente puedan levantarse como dirigentes sociales y/o como pre candidatos a cargos de elección popular;
d) Garantizaremos un proceso participativo, transparente y probo en la elección de los pre-candidatos a todo nivel, e impediremos cualquier intento de “bajar por secretaría” o mediante malas artes o corruptelas, a cualquier candidato que legítimamente haya sido proclamado por las bases. Lo anterior, por cierto, en el entendido que los cupos son limitados y que, en el evento de existir alianzas o pactos con otras colectividades, las mismas condicionan el número de radicales que pueden aspirar a un cargo;
e) Como Consejo Regional, crearemos un Equipo ad-hoc para la búsqueda de los potenciales candidatos a los cargos de elección popular; cuyos principios de funcionamiento deben ser la objetividad, transparencia, rigor científico, eficiencia y respeto por las realidades locales y las decisiones que se adopten por las bases, en cuanto fuere procedente;
f) Con todo, trataremos de levantar la mayor cantidad de candidatos posible en cada elección, garantizando – en todo caso – que cada candidatura sea viable en cuanto a opciones y recursos;
g) En cualquier caso, se privilegiará que los candidatos sean militantes activos del PR y sólo muy excepcionalmente, independientes; y
h) Nuestra meta es obtener en las próximas elecciones de 2020 en la RM, a lo menos, dos CORES, dos a cuatro alcaldes y 12 a 18 concejales; y en las de 2021, por lo menos, dos a tres diputados militantes del PR.

Comments